domingo, junio 11, 2006

De las virtudes y defectos

Solía suceder que algunas virtudes y defectos convivían en un pequeño prado. Todos sus habitantes compartían con Respeto y Caridad sus más valiosos dotes, daban lo mejor de si mismos. Los días transcurrieron y la Paz velaba por el bienestar de todos mientras que el Amor los abrigaba con sus abrazos.
Mas tras muchos años, llegó una mañana un desconocido.
—¿Quién eres? —inquirió la Prudencia al percatarse que esta nueva presencia había ingresado al prado sin pasar por sus controles de guardia.
—Soy el Ocio —respondió el otro seguido de un pesado bostezo—. Vengo desde la ciudad, me han enviado los Vicios y Defectos para…para… Lo he olvidado.
—¿No lo llevas apuntado en algún lado? —quiso saber la Memoria—. Yo siempre traigo conmigo una libreta donde anotarlo todo.
—Es que, antes de partir, estuve almorzando con mi vecino el Alboroto, quizás lo dejé allí. No lo sé, cuando me topé con la Duda, vaciló tanto en ayudarme que terminé por alejarme.
—A no, si no sabes a que viniste y no dices nada en concreto, me temo que no podemos ayudarte —sentenció la Precisión en tono moderado.
—Pero, ¿qué pasa con ustedes? ¡Vamos, manos a la obra! —gritó el Animo, y comenzó a levantar las ganas de todos los presentes.
—Yo te apoyo —se sumó el Optimismo—de seguro lograremos develar este aprieto si acompañamos al Ocio hasta su ciudad —victoreó.
—Pero que sea rapidísimo. Me queda poquísimo tiempo —agregó la Puntualidad mientras ojeaba cada uno de sus diez relojes.
Así fue como la comunidad del prado se puso en marcha. En la ciudad descubrieron que los Vicios y Defectos les tenían preparado una fiesta en honor al tercer milenio de la Esperanza. El Hambre había preparado los platillos más sabrosos. La Perfección y la Frivolidad, de cuidar cada detalle de la decoración. El Desenfreno y el Descontrol mantuvieron entretenidas a la concurrida audiencia y en especial a la dichosa homenajeada por largo rato.
Llegada la hora del baile, la Felicidad y la Alegría se lucieron en la pista, muy lejos de los toscos movimientos de la Apatía.
La primera en abandonar la celebración fue la Envidia pues su compañera de baile, la Atención, la había dejado plantada al oír los consejos de la Sabiduría. Entonces, la Superioridad se unió a la partida, argumentando que en su casa hubiera ofrecido una mejor fiesta. Las festividades continuaron hasta el amanecer, cuando el Cansancio, anfitrión en esta oportunidad, anunció que le pesaba el sueño.
Pero antes de despedir a todos los invitados, la Indiscreción le comentó a su prima, la Sorpresa, que le tenía una noticia novedosa: la Esperanza y la Depresión ya formaban una pareja de enamorados. La madre de la Depresión era la Vergüenza y al oír aquello se sintió tan insultada que no se atrevió a dar la cara nunca más. Mientras tanto se iniciaron los preparativos para la boda.
El Compromiso oficiaría la ceremonia, los padrinos serian el Enojo y la Templanza. Todo estaba listo para dar lugar al casamiento, pero faltaba uno de los novios.—Esperaza querida, la Depresión se ha fugado con tu amiga más íntima, la Traición —le comunicó con Tristeza.El Consuelo, intentó aliviar su pena, aunque la Esperanza se resistía a aceptar la Verdad: la Depresión no regresaría. Y donde quiera que habitase ella no seria bienvenida. La muy alicaída terminó por recurrir a la morada de la Soledad, y con la visita de la Agonía murió sin remedio.Desde aquel entonces el prado no volvió a ser igual y en la ciudad dejaron de llamar a la Depresión por su nombre para referirse a ella como el asesino de la Esperanza.
Así que no lo olviden: "El mas terrible de los sentimientos es tener la esperanza muerta". Mi consejo es que no traten de unirse con la Depresión porque ella liquida lentamente hasta que no quede sentimiento que valga.

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