jueves, diciembre 07, 2006

Un sueño...

Era de mañana, de esas mañanas en las cuales las personas que cruzan la calle llevan estampado en sus rostros un pedazo de cielo gris. Y en contraste, yo me encontraba feliz, tremendamente feliz. Era muy temprano para estar comiendo pizza, pero mientras andaba por la calle, yo me deleitaba con una porción que había sobrado de la cena de anoche.Poco me importaba lo que el resto podía pensar. Me miraban demasiado, como tratando de hacerme sentir incómoda, aunque ahora que lo pienso mejor, tal vez sólo querían que les convide un poco. Seguí así, caminando y caminado, pasando por calles de cemento y de tierra, hora tras hora, día tras día, mes tras mes. Y el trayecto se me iba haciendo cada vez más pesado, ya no me acompañaba el mismo ánimo que había tenido en un comienzo.
- Disculpe, ¿sabe cuánto me falta para llegar a la estación? – le pregunté a una señora cuyo rostro rebosaba de pelo, en comparación con el gato calvo que caminaba a su lado.- Hoy es sábado, mañana va a ser domingo. – me respondió y salió corriendo. Un perro negro, que se pavoneaba de su tamaño y porte robusto, les había estado fulminando con la mirada (tanto a ella como a su gato) y ahora que la mujer se alejaba a gran velocidad le seguía con aire embravecido.
Guiándome por sus aullidos y ladridos, traté de seguirles el rastro. Pero fue inútil. No conseguí unirme a aquel trío, tan mimetizados que estaban entre la multitud de transeúntes. Todos ellos, pura gentuza que no hacía más que chillar a causa de la repentina lluvia. En mis oídos comenzaba a gestarse una especie de superposición de sonidos, entre el repiqueteo de las gotas y los ecos de aquella lejana conversación con la señora velluda. Tenía que hacer mis propios cálculos…si hoy era sábado y no me quedaban más restos de pizza… ¿con qué iba a pagar el boleto del tren? Mmmm, tenía que volver a casa a pie o esperar que algún conocido pasase por allí. Llegó la noche, la lluvia decidió partir y no accedió a llevarme con ella. Yo continuaba ahí, aunque entretenida jugando al solitario con un mazo de cartas. Jugué por un buen rato, hasta que me di cuenta que no me gustaba perder contra mí misma. Estaba juntando las cartas, a punto de guardarlas en su caja, cuando un grupo de turistas orientales se abalanzó sobre mí e intentó quitármelas de la mano. Todos contra una sola persona, era injusto, muy injusto…y al parecer algunos también lo creyeron, porque poco a poco se fueron pasando a mi lado. Eso no hizo más que intensificar el forcejeo, y la batalla por ver quién cedería primero se prolongaba en un tira y afloje, tira y afloje, tira y afloje.

Cbox

Mensajitos, saludos y otros, aquí:

Visitantes

en linea

y se encuentran en

Recomienda mi blog

Créditos

Créditos

Page Rank